Mi primera vez | Parte 1

En la etapa de la adolescencia Alexa descubrirá lo que para muchas chicas es una interrogante y cada una tiene una historia y experiencia diferente que contar sobre su primera vez.

Ir a la escuela no siempre es lo que uno espera.

– ¡Alexa, levántate! – grita mamá.

Tengo una flojera extrema y mi cama me pide que sea suya, 5 minutos más, 5 minutos más, es un día normal como otros, mi cabello castaño está desnivelado, ash necesito un corte, mi pancita apenas se nota, maldita salchipapa que me atragante con la loca de Alejandra, siempre quiere beber como un chanchito, ja, ja, ja, da igual.

Siempre he considerado que si me enamoro de un chico debe fijarse por cómo soy, y no por lo físico o las directrices que los estereotipos mandan en esta mediocre sociedad.
Mi pijama está súper cochina, necesita una lavada, mi short blanco con osos pandas ya está viejito y el polo blanco inmenso me estorba. Tengo demasiado calor, el piso está hirviendo y no encuentro mis pantuflas, me dirijo al espejo a observarme y me doy cuenta de algo: esa mirada taciturna, triste, desolada que espero algún día borrar y encontrar algo diferente que me lleve al extremo, así como dice Alejandra, ‘al puto cielo’, el agua de la ducha está fría, pero para este calor hago la excepción.

Mi piel clara no está depilada, cojo mi crema y rasuradora, Dios mío, desnuda y  a toda onda observo mi vagina, está muy peluda y me incomoda un poco, mis labios ya casi no se ven y me crea un bulto como si tuviera pipi, pero eso ahorita no, mis piernas, dios mío, me eché la crema, y esperaré el tiempo indicado para poder depilarme, me observo en el espejo y mientras espero reproduzco en mi celular una canción de rock de los 80’s, divago entre mis pensamientos sobre mi soledad en el amor.

Mi soledad hasta este momento no se contempla a no tener amigos, si no a carecer de alguien con la misma locura que me invade. Siempre he tenido miedo de hacer algo, todas mis amigas ya conocen más del cuerpo mientras yo solo me contemplo en ver la musaraña y a soportar las experiencias narradas escandalosamente por mis compañeras.

Alejandra es una loca, siempre me cuenta la misma historia de cómo perdió su virginidad con Diego, aquel que ahora es su ex, pero a veces lo llama para tirar, maldita puta; por otro lado, está Nicole, la tímida, pero que por dentro es una loca maniática, a simple vista parece un ángel, una monja del Señor, pero se conoce e inventa más poses que el Kamasutra. Las dos disfrutaron su primera vez mientras, y yo, bueno, espero al indicado, pero mi miedo no empieza por ahí: está Vanessa, quien me contó que su primera vez fue a la fuerza, su abuelo – un ex militar – abusaba de ella de pequeña, felizmente logró escapar de la tortura y superarlo, sin embargo, a pesar de eso, ha aprendido más que yo, no sé cómo le hace – suerte de zorra – tiene a varios chicos babeando por ella; y finalmente está Danitza, quien bueno, su novio la obligó “literal” a tener su primera vez, según ella no quería, pero creo que le faltó decisión, tonta, pero ahora qué bien se pierde con su nuevo novio en cada salida en cada fiesta siempre desaparecen y vuelven en horas.

Todas tenían algo en común que contar en sus historias, bueno casi todas: ese bendito dolor de la primera vez del que tanto se habla que para muchas por lo que he oído en el aula y me han contado no siempre es así a unas les duele a otras no, también ese pequeño miedo que invade, ‘el cómo se sentirá’, la ruptura de esa telita que le llaman himen,¿si puedo quedar embarazada?  la vergüenza de que nos vean desnuda, los rollitos, las cicatrices, las marcas, lunares o también el miedo a perder algo que apreciamos con algún chico inútil que no valga la pena, sin embargo, sé que yo no podía ser la excepción, solo esperaba que llegue el día, no uno cualquiera, sino que sea al menos especial y con el chico correcto, al menos eso, aun a mi corta edad sé que puedo pensarlo bien.

Entre los chicos de la escuela estaba Ben, un chico muy guapo, con fuertes brazos y postura erguida, su piel clara y sus ojos pardos me habían enamorado, a él le gustaba como lo miraba sutilmente y lo difícil que podía tenerlo, tal vez mis atributos también aportaban lo suyo a sus ojos, estuvimos saliendo unos tres meses, de los cuales comenzamos a andar al cuarto y ni bien empezamos ya comenzaba a rogarme para tener intimidad, él sabía que sería mi primera vez, y según él, su primera vez también, si claro. Yo lo quería, lo apreciaba demasiado, nuestra relación iba en buen camino, aunque a veces su actitud era de un patán frío, pero nuestra principal pelea era el por qué no teníamos intimidad, yo siempre le respondía que era porque no me sentía lista y necesitaba tiempo, pero el puto no me entendía, solo llegábamos a caricias sutiles, besos por aquí, tomaditas de mano o apegos. A él le gustaba besarme detrás de la oreja, uno de mis puntos más sensibles donde me derretía, me tocaba con sus grandes manos haciendo estremecer mi cuerpo, pero siempre iba directo a querer entrar dentro de mí, a veces me sentía como un objeto, sus fuertes manos rodeaban mi pelvis y me hacía mojar, pero yo quería sentir más, no me sentía querida para la intimidad, solo sentía como un vacío donde él quería romper, entrar y dejarme.

Era una tarde de sábado tranquila y suena mi celular.

– Hola Amor

– Amor, mis padres salieron y volverán mañana. ¿quieres venir? Podemos aprovechar para ver películas.

– ¿A ver películas? – algo raro

– No sé si me den permiso amor

-Invéntate algo para vernos, no nos hemos visto esta semana

– mmm aunque mi papá no está en casa, hablaré con mi mamá , ella si me da

-Vienes en 1 o 2 horas amor

-Ya está bien amor voy, me voy a cambiar

-Ya mi amor te espero

-Oki mi vida

Oí su voz muy emocionada, yo no era estúpida, sabía qué pretendía, no era tonta para no darme cuenta de que los dos solos se resumen en: tener sexo; pero hasta donde habíamos llegado era un círculo de toqueteos, caricias y terminar desnuda sin que pase algo, ¿o quizás esta vez sería diferente? me hice la loca y no quise decirle nada, solo atine a aceptar.

– Claro amor, iré en un par de horas, te aviso – Le respondí con seguridad, sin temor alguno –
Ok, aquí te espero – Frío como siempre el puto –

Me dirigí al baño de mi habitación, me miré al espejo y comencé a pensar en mi mente si hoy  tal vez sea el día, mi cabeza comenzó a hacerse un mar de preguntas de lo que podría pasar, y si realmente era el día después de varios intentos fallidos donde no quise que pasara: ¿Me siento lista? ¿Cómo sé si lo estoy? ¿Y si me duele? ¿Si me contagio de algo? ¿Si sangro mucho? ¿Y si luego no puedo caminar? ¡Alexa cálmate! Respira, uno, dos, respira, uno, dos, me repetía de forma histérica frente a mi espejo.

Me quité la ropa por completo, me miré desnuda al espejo, mis pechos pequeños claros con mis pezones marrones, mi vagina oscurita, necesito depilarme,  mi cabello castaño, mis lunares, mi marcar de la operación de la vesícula, Dios mío estoy gorda, ¿Y si no le gusto? Mejor apagaré la luz, pero si ya me ha visto así, ay no, ¿mi trasero? hay no, no quiero que vea mi traserito, esperen creo que levanté pompis, ya Alexa cálmate respira de nuevo, respira. La ducha seguía corriendo mientras respiraba frente al espejo. Dios, antes que me olvide necesito depilarme.

Cojo mi crema y comienzo a untármela en mi zona intima y a esperar el tiempo para rasurarla, debo verme muy sexy, pero ¿cómo me sentiré después? ¿realmente cambiaré? ¿y si me crecen los pechos o se me achican de tanto que me agarre? ¿o si camino chueca? ¡Oh! ¿Y si mis padres se dan cuenta al caminar, y si luego me vuelvo muy abierta? ¡Ay no! Alexa, respira, esos son mitos, respira, respira, otra vez yo de histérica.

Pasando el tiempo comienzo a rasurarme observando mi vagina y con cuidado de no lastimarme, me quedo viendo lo bonita que va quedando, mis labios claros que se veían oscuros por tanto bello, y lo que tanto desearía un chico por tener una virgen en su poder, tú amiguita hoy quizás tú y yo seamos otras, por favor si pasa que no me duela, ay no ya me puse nerviosa.

Alexa dejaba al descubierto su suave flor vaginal, con labios perfectamente en su lugar, puros, cerrados, color rosa claro. Muy estilizada y sensual, ingresó a bañarse y desató sus mejores roses con el jabón de miel y su shampoo orgánico, mientras el agua le caía sobre el rostro, sus pensamientos y locura la envolvían.

Al terminar la ducha, Alexa regresó a su habitación a cambiarse.

– Y ahora, ¿qué me pongo? ¿qué me pongo? – coge toda la ropa de su closet y lo tira contra su cama – Esto no, esto sí, esto no. Y de ropa interior… tiene que ser algo sexy y de acuerdo a la ocasión, me siento tan nerviosa, pero debe ser algo que le guste, este blanco, no, muy abuela, un cachetero, no me gusta este color celeste, esta tanguita verde está linda y no se ve tan puta, a ver cómo me queda – Alexa se coloca su ropa interior verde oscuro con detalles en los bordes y se mira al espejo – Sí, me encanta, se ve serio y sexy, sí… Y ahora ¿dónde está el brasier? ¡maldito brasier dónde te escondiste! Oh por Dios, dónde está el conjunto – Alexa se pasó varios minutos buscando la prenda que hacía conjunto hasta que lo encontró, se lo puso, se vio al espejo y respiró profundamente – Hoy es el día, creo, pero sé que será especial, lo siento aquí.

El conjunto de ropa interior que usaba la hacía ver muy sensual, se había esforzado para este momento a pesar de estar nerviosa. Continuó cambiándose, jeans negros, blusa turquesa con zapatillas blancas, se veía elegante y sensual. Alistó su pequeña mochila.

– A ver, necesito toalla por si sangro mucho, pañitos por si tengo que limpiarme, mi labial, mi espejo, ay qué más, qué más – otra vez histérica – ya Alexa basta, tú puedes, tú puedes. ¡Mi celular! ¿dónde está? – rebuscando debajo del cúmulo de ropa – ¡aquí estás te amo!

Había inventado una escusa perfecta para salir de casa, mi madre sabía que tenía semana de exámenes y le dije que estaría en la casa de Alejandra hasta las 8, había coordinado con ella para que si llamara mi mamá le diga que estaba ahí, pero como mi mamá no es de llamar, sé que no tendría problema.

Una vez lista llamó un taxi vía aplicativo móvil, después de unos minutos estaba rumbo al encuentro, nerviosa y un poco insegura.

Las calles se ven tan tranquilas y no dejo de pensar en cómo será, lo quiero pero tampoco quiero que este momento sea feo, me gustaría que sea especial y que al menos el tonto de Ben me trate bien.

Alexa se había alistado para esta ocasión “especial” con todas sus dudas, inseguridades, preguntas, se estaba aventurado a vivir esa experiencia de la que tanto ha escuchado, pero como todas las personas nadie sabe las cosas que puedan llegar a suceder o si simplemente no suceden como uno lo espera, o quizás si.

Continuará.

PARTE 2

Serie de libro: El hilo negro

 

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Gracias por leer, espero te hayas mojado :)

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Comments (108)

  1. Dayeli junio 27, 2020
  2. fiorela junio 27, 2020
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  7. Sofia septiembre 27, 2017
  8. selena agosto 26, 2017
  9. Rebecca agosto 26, 2017
  10. stephy agosto 26, 2017

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