La masajista

Es sábado por la mañana y tan solo ver el reloj me da pereza continuar con los trabajos del hogar, mis hombros y mi espalda se inclinan del trajín aburrido que tuve que pasar durante esta semana.

Ingreso a internet y empiezo a buscar un centro de masajes que pueda aliviar mi dolor y por lo menos relajarme, sin embargo, también tenía flojera de ir, pero qué más podía perder, era seguir sufriendo de este dolor o buscar una solución que cambie este día.

Durante mi búsqueda en internet encontré varios centros, incluido esos anuncios de chicas ofreciendo“servicios profesionales” ya ni con palabras decentes se encuentra un servicio profesional, por ratos me reía de como estaban inundadas las páginas con publicidad de “servicio kinesiólogas”, “masajes eróticos”, “ven mi amor cumplo tus fantasías y deseos”, «tengo 18 recién cumplidos» ¡caramba, yo solo busco masajes!

Ingresé a una página formal en la cual tenía varios listados de centros spa y masaje relajantes, el ambiente que mostraban por medio de sus fotografías era muy acogedor y quedaba cerca de casa, así que cogí mi celular y empecé a llamar.

-¿aló?

– Si, centro de masajes (era la voz de una señorita)

– si, buenos días

– Buenos días ¿en qué podemos ayudarlo?

– quisiera por favor saber si tienen disponibilidad hoy por la tarde

– si claro que sí, ¿En qué servicio de masajes está interesado?

– Me puede brindar los precios y paquetes por favor

– Si claro, tenemos el masaje relajante que son masajes suaves para relajación, está 30 dólares 1 hora, tenemos masaje descontracturante que esta también 30$ la hora, masajes con piedras calientes, 25$ la hora y reflexología 15$ la hora de sesión. ¿En cuál estaría interesado?

– Quisiera un masaje relajante por favor

– está bien, le reservaré una cita para el día de hoy, dígame su nombre

– me llamo Adrián

– muy bien Adrián, 1 hora de masajes relajantes serían, 30$ dólares americanos

– ¿para las 4:00 pm estaría bien?

– sí, perfecto

– muy bien Adrián, lo esperamos aquí para atenderlo con gusto

– Gracias está bien

Tenía mi cita reservada para después de almuerzo, y ya no aguantaba más, alisté una ropa ligera y me encaminé a aliviar mi dolor.

Al llegar al spa una señorita alta de cabello rubio (pintado) estaba en la recepción

– buenas tardes tengo una reservación, soy Adrián

– buenas tardes joven, (verifica en el sistema), claro pase por aquí, en unos minutos vendrá la señorita que lo atenderá, gracias.

Me llevó a una habitación donde estaba la camilla de masajes, a un lado de este un espejo gigante, frente a la camilla unos utensilios donde había toallas, sandalias, entre otras cosas, todo perfectamente ordenado y nuevo.

Tocan la puerta y entra una señorita

– Hola Buenas tardes, joven aquí está la toalla, sandalias, ¿tomarás una ducha?

– no, así está bien

– entonces su ropa la coloca por acá y se echa en la camilla, regreso en unos minutos

– disculpa, ¿cuál es tu nombre?

– Lorena

Esta señorita era un poco alta, podría calcularla un 1.67, tenía la tés clara, cabello castaño, vestía su uniforme blanco, que al voltearse pude notar su ropa interior como se translucía, era una tanga morada, con líneas blancas, era sexy no tan angosta, veía como se alejaba, y eso me gustó tanto que encendió mis hormonas.

Por un lado me sentía un poco intimidado de solo pensar que una chica tan guapa que me había hecho notar sin que ella lo sepa su ropa interior.

Me desvestí por completo, me recosté sobre la camilla boca a bajo y cubrí mi parte inferior de mi trasero con una toalla, felizmente no me excitó demasiado y no se me paró tanto,  no sentía ninguna incomodidad.

Lorena, la masajista toca la puerta,

– ¿Se encuentra listo? ¿puedo pasar?

– sí, adelante

Ella enciende el reproductor de música,  pone una canción suave y el cronómetro, me pregunta ¿aceite o crema?

– aceite – le respondo.

Empieza a sonar la música, era una melodía muy tranquila, relajante, y mientras sonaba Lorena me coloca sus manos debajo de la camilla frente a mi cara, ya que las camillas de masajes tienen un orificio donde va el rostro, y me hace respirar una especie de aroma a menta, que por lógica comprendo sería para relajarse.

Sus manos comienzan a tocar suavemente mi espalda, bañadas en aceite, se sintió tan suave y rico esas caricias profesionales que iniciaba en mi cuerpo.

– ¿está bien la presión o más fuerte?

– está bien, le digo.

Sus manos rozan cada parte de mi cuerpo, comenzando por mis hombros, con sutileza sigue por mi cuello haciendo círculos relajantes, luego pasa por mi cabeza donde con un poco de presión logra tenerme en el olimpo y caer; Nuevamente recorre mi espalda, realizando fricciones y presiones en las partes donde más se acumula el estrés y dolor, recorre cada centímetro, hasta llegar a mi torso, fue una sensación inesperada que me gustaba; suavemente pasaba sus manos y cuando llegaba cerca de mi muslo, sentí que la toalla la estorbaba, pensé 2 veces en decirle algo, pero dejé que continuara, pero noté nuevamente como sus manos seguían incómodas junto a la toalla.

– Quita la toalla para que no incomode – le digo

Ella obediente, retiró la toalla, ahora si me encontraba completamente desnudo frente a sus ojos, sus manos libremente recorrían mi torso, y por momentos el muslo, fue ahí donde comencé a sentir unas cosquillas dentro de mí, sus movimientos y toques comenzaban a alterar mis hormonas, sus manos recorrían mis glúteos, pasando por mis piernas, las cuales a veces temblaban por esa sensación tan “relajante que me hacía sentir”, de pronto, comencé a sentir como mi miembro crecía, era una erección que ya me comenzaba a incomodar, pensaba en «qué sería si me hace voltear», ella solo se mantenía en lo suyo y estaba seguro que sentía mis impulsos cada que llegaba muy cerca de mi parte intima.

Luego de 30 minutos boca abajo, me coloqué hacia arriba, ya era más que obvio, mi miembro la saludaba erecto y ella relajada y normal, comenzó a acariciar mi pecho, mi barriga y el torso, quería hacerme el dormido pero no podía, luego bajó hacia pelvis, creí que tocaría parte de mi lugar íntimo, pero no, tan solo recorrió los bordes de las piernas, suficiente para excitarme aún más, ella lo notaba y podía escuchar algunos suspiros míos que sus masajes “relajantes” hacían efecto en mí.

– disculpa, no te incomodes pero ¿no haces masajes por esta parte? (señalándole mi parte intima)

– no, no realizo masajes por ahí

– pero tus masajes me han excitado un poco -le digo

– ¿ah sí?, no me había dado cuenta

Si, bastante no se había dado cuenta, si tenía mi erección frente a ella.

Le hice un par de preguntas más sobre ella mientras sus masajes continuaban excitándome y relajando.

– no le veo nada de malo masajear ahí, hasta he visto en internet que ofrecen ese servicio.

– ¿ah sí?

– sí, los llaman masajes tantra

– Oh si he escuchado, pero no (se sonroja)

– eres guapa quizás siempre vienen por acá para que ofrezcas masajes

– sí, el púbico es concurrido

Ella se voltea para ir a masajear mis piernas, y nuevamente veo su transparencia a pesar que la luz del lugar estaba tenue, me excitó y quería que ella me tocara.

– ¿Enserio no puedes masajear por acá?, es solo una parte

– no joven (lo dice quisquillosa)

un par de insistencias hasta que ella:

– está bien, joven, tan solo porque yo lo provoqué (ríe)

Sus dedos no fueron por mi miembro, tan solo las comenzó a colocar más cerca de este, dando círculos con el aceite y acercándose un poco más, suspire un par de veces, hasta que cogí su mano y la coloqué sobre mi miembro, ella me miró, y no acentuó a decir nada más, tan solo lo cogió y comenzó a estimularme, de arriba hacia abajo

Sí, me estaba masturbando después que decía que no, pero “de manera profesional” la imaginaba, pensaba en ella y su ropa interior, el ritmo que tenía sobre mi miembro me gustaba, suspiré y sentía como mis hormonas se dispararían, aceleró su ritmo, mi pene estaba prendido, muy erecto y duro, ella lo sentía, suspiraba aún más, comenzó a acelerar el movimiento de su mano hasta que le dije despacio, despacio , sentía como me iba a venir y de repente  toda mi leche comenzó a salir con furia, derramándose sobre su mano y dejándola roja de los cachetes,

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siguió acariciándolo un poco más, cogió unas toallas húmedas, se limpió y las paso suavemente por mi pene que estaba descansando después de su corrida.

– Uf, que relajante fue todo esto

Ella sonrió, vio el reloj:

– Ya terminó su hora joven

la quedé mirando y le dije:

– Aún no, dame media hora más

– Uhm ¿media hora más? está bien iré a recepción para que amplíen el tiempo

Ella se retiró y sabía que si volvía a entrar por esa puerta, los masajes que me de, ya no serían tan masajes.

Ingresó y me preguntó :

– ¿dónde deseas los masajes joven?

– ¿cuáles masajes? le digo.

Me levanté de la camilla, me acerco hacia ella, y llevé mi susurro hacia su oído “ahora a mí me toca hacerte masajes”

Me coloco detrás de ella, cojo su cintura pongo mi mano por delante, bajando hacia su parte intima, ella jadeó “joven”, cerró los ojos y seguí, la música continuaba y la estimulé sobre su ropa interior “te gusta” le pregunto, pero ella no decía nada, tan solo sus gestos, boca abierta y ojos cerrados me daban la respuesta.

Su parte intima se calentaba y bajé su pantalón blanco y “Bingo” estaba frente a mí ese calzón morado con rayitas perfectamente geométricas blancas tan hermosa y sensual que quería comer, la deslizó un poco, ella se sostiene sobre la camilla de masajes, mi pene estaba erecto y en mis manos sentían la humedad de su parte intima, cojo el miembro y apunto hacia su vagina tan húmeda y con furia la penetro.

-Ou , la escucho decir con voz baja

– te gusta , le susurro al oído

Ella quieta tan solo se dejaba llevar por el momento, la embestía con rudeza pero no podía gemir en voz alta, puesto que la escucharían así que tapé su boca con la toalla, era tan rico y excitante ver como sus cachetes blancos ahora eran rojos, sentía que gritaba contra la toalla, mientras nuestros miembros se regocijaban de placer entre su humedad, seguíamos, ella se echó boca arriba sobre la camilla, abrió sus piernas, su parte y labios eran rosas, y depilada tan suave y sexy, me recosté sobre ella y la penetraba, cambiamos de posición, se colocó de costado, desabotonó su camiseta blanca y dejo sus pechos al aire, dispuestos para ser presionados y masajeados por mí, tan duros, y moldeables que quería usar de almohada; cambiamos de posición, esta vez ella en cuatro o de “perrito” como dicen, la cogí fuertemente por las caderas, y la embestía, ella gimiendo a sonidos bajos mientras su sudor comenzaba a notarse, levantaba su cabeza y abría la boca con desesperación queriendo decir algo pero no podía, la jalo del cabello y me siento un DIOS, viéndonos en el enorme espejo que estaba al lado de nosotros, al punto donde ella cogió la toalla, la mordió y sentí como su parte íntima y sus piernas se endurecieron y estremeciendo su cuerpo, al punto donde sentí sus fluidos derramarse, ella había llegado al orgasmo, rápido en pocos minutos, se recostó sobre la toalla que había mordido y me bajé de ella.

– estuvo bien, muy intenso y calladita

– delicioso (la escucho decir con timidez)

Estando casi desnuda le indico que se arrodille mientras a mí me faltaba poco para llegar nuevamente, coge mi miembro y comienza a masturbarme, inclina su cabeza y comienza a lamerlo, con pasión y se la introduce a la boca, llenándolo de fluidos, una y otra vez, regocijándose como si fuera un chupetín o helado de su sabor preferido, me gustaba tanto sentir que me hacía suspirar, por momentos se la “comía completa” y la dejaba ahí al punto donde quisiera atorarse, parece que le excitaba eso, tenía mucha experiencia, y pensar que la notaba tímida, de repente ya me sentía listo para llegar, cogí mi miembro, y comencé a masturbame, ella abrió su boca, sacó su lengua y la movía sensualmente por sus labios eso me excitó demasiado, derramando todo mi semen restante sobre esta, su rostro se bañó de mi fluido, su lengua lo probó.

– salado

-¿qué?

– está salado

– ah es que no he comido frutas dulces

– ella se ríe

Placenteramente había terminado sobre su boca, retratando en mi mente el día con su expresión y placer.

Cumpliéndose el tiempo, ella se limpió, me miró y se acomodó la ropa y solo dijo “no sé si los masajes fueron para ti o para mí”

– para ambos, le respondí

Ella sonrió y se retiró.

Me cambié y me alisté, me dirigí a recepción a cancelar por el tiempo, ella estaba a un lado sentada, supuestamente “leyendo una revista”.

– ¿y qué tal la paso joven?, me pregunta la recepcionista

– de maravilla, muy relajante, lo necesitaba.

– oh que bueno, espero regrese, tenga una tarjeta

– Por supuesto que regresaré – le digo

Empiezo a retirarme y volteo, ella me observa y como estaba sentada, abre las piernas, provocándome a que regrese para nuevamente coger su ropa interior morada o tal vez otro conjunto, y por supuesto, regresaría para que me quite el estrés otra vez.

No olvides dejar tu comentario para leer el próximo capítulo, escribo una historia diaria 🙂 Si te tocaste leyendo comenta usando este emoji 💦
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Gracias por leer, espero te hayas mojado :)

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Comments (164)

  1. isabel marzo 24, 2016
    • Rocio octubre 17, 2021
  2. Andrea marzo 23, 2016
  3. Andrea marzo 23, 2016
  4. Ana marzo 23, 2016
  5. Isabel marzo 21, 2016
  6. mary marzo 21, 2016
  7. Rosmery marzo 21, 2016
  8. Anny marzo 20, 2016
  9. Roxana marzo 20, 2016
  10. leonela marzo 20, 2016

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