El secreto de mi alumna

Bárbara:
“Saliendo del colegio me dirigí a casa, el último año estaba siendo pesado, el profesor de literatura siempre estaba ahí en la misma esquina esperando su auto para irse, era el papacito del colegio, casi todas nos moríamos por él, alto, con un poto tan rico, que daba ganas de nalguear, así me bromeaba con mis amigas, todas lo adorábamos, pero él quién era casado no se iba a fijar en ninguna de nosotras, a menos que alguna loca se atreviera a seducirlo.
No éramos feas teníamos eso que pocas tienen, la picardía de poder dejar a los chicos babeando con solo sacar la lengua, o pasar junto a ellos, pobres aguantados, pero él, era distinto, alto, imponente, maduro, tan guapo.
Seguí caminando y pase por su lado, lo quedé mirando, él se percató de ello, al parecer, porque su mirada me siguió, lo que necesitaba era llamar su atención. En clase cada mañana de 8 a 10 de la mañana, me sentaba en el último asiento y lo quedamos mirando con mis amigas, prestamos atención, pero siempre lo miraba fijamente y cuando hacía una pregunta, acomodaba mi cabello suavemente.
Lo empecé a observar cada vez que terminaban las clases, a seguirlo al paradero, me acomodaba la falda al punto de ser una mini y mi camisa al punto de estar casi escotada y pasaba junto a él, esa era mi rutina diaria para llamar su atención.
No tenía tiempo para poder seguirlo hasta su casa, mis padres me tenían liada, y yo aprovechaba mi tiempo libre para hacer cosas y conseguir lo que quería.

El profesor:
Todas las mañanas veía a bárbara en la escuela, 8:30 am en el salón de clase, con ese uniforme a cuadros, inocente y una mirada de matadora, trigueña, cintura pronunciada, piernas firmes, siempre tenía una actitud llamativa en mi clase, parecía que trataba d ellamar mi atención y me dejaba con mucha curiosidad, de vez en cuando me robaba unas erecciones que tenía que disimular sentándome en el escritorio a dictar la clase.
Pasaban los meses y su actitud conmigo a la hora de clases no cambiaba, cierto día a la salida de la escuela, la veo cruzar la calle, y como no tenía nada que hacer me animé a seguir su camino desde una distancia prudente, como curiosear.
Mientras caminaba observaba su piel trigueña, me llamaba la atención, no era tan voluptuosa, casi plana, pero con esas curvas en la cintura tan finas y unas piernas que se notaba que hacia ejercicio.
Me moría de ganas por tenerla entre mis piernas, sentía que ella me seducía en clase, pero era solo una fantasía el observarla cada mañana en el salón.
Llegó hasta un barrio residencial, muy acomodado, me sorprendí, nunca pensé que ella viviera donde los ricos pueden limpiarse el sudor con billetes, este barrio era exclusivo, sin embargo, lo raro era que estudiaba en un colegio de clase baja, vaya mundo, un rico en un colegio. del pueblo, seguro no era tan inteligente para aprobar en una de esas escuelas para millonarios.
Me conformé con verla a lo lejos como entraba a una casona realmente enorme.

Estaba con la cabeza caliente después de ver su recorrido de hoy; Sin pareja, ni novia, así que me animé a saciar mis deseos yendo a una calle que me habían recomendado donde había chicas que cumplirían cualquier deseo que tuviera, esperé que se haga de noche, y me encaminé, no eran tan lejos, era una calle con luces rojas, rosas, algo transitada, se notaba el ambiente de éxtasis y drogas, había muchas chicas afuera esperando un cliente se acerque, agrupadas en varias casas, veía como cuando un chico pasaba se le acercaban y le susurraban junto con alagos y precios de sus servicios, los arrinconan discretamente “mi amor, ven aquí te atenderé bien, todas las poses, y extras si deseas” , veía blancas, trigueñas, morenas, tetonas, potonas, transexuales, travestis, pero hasta el momento ninguna me llamaba la atención, quería probar algo diferente, Bárbara no se iba de mi mente, hasta que un tipo que estaba como vigilante en una casa se me acerca y le pregunto.

– Hey amigo, ¿no te animas?, tengo aquí señoritas A1, maduritas, tetonas, blanquitas.
– ¿todas son tías? ( es decir más de 30)
– SI amigo, pero si quieres algo especial, yo te doy el dato, solo dame una propinita.
– ¿propinita?, si tu voluntad nomás.
Saco un billete de 10 dólares, y se lo entrego.
Huy mira, aquí todo discreto, si buscas primerizas, calladito nomás, ves esa casa blanca con luces en la puerta.
¿Esa la de la esquina?
si esa, no señales, te paras ahí y verás tu mismo, en el callejón primerizas, jóvenes, recién saliditas, egresadas, peladitas. Uff, lo mejor tú ya sabes para qué especificar.
¿Todo legal?
Esa pregunta, claro pues amigo todo legal, pero sé discreto nomás, ahí piel 10 estrellas

– Gracias.
– SI ve nomás, gracias por la propinita.

10 dólares por un lugar que estaba al frente junto aun callejón, ojalá no me haya estafado el tipo. Me encaminé hacia tal lugar y estando cerca comienzo a observar que efectivamente había, chicas, jóvenes, se notaba, tenían cara de inocentes, comencé a pasar pro el callejón, muy lindas, hermosas, no podía calcular la edad, pero parecía que no terminaban la escuela, aunque el tipo me dijo que eran legales, cada una estaba sola, pero igual había un tipo como Cuidando, comencé a pensar en teorías, pero no era mi problema, observé a cada una de pie a cabeza, saber quién estaba más deliciosa, con vestidos pegados, colores pastel, blanco, hasta que me percato de una figura con vestido plomo pegado, me pareció raro, ese peinado, esas caderas, muy raro, hasta que me acerqué más y la veo de perfil, no tenía por qué equivocarme, ese rostro, esa piel, ¡Dios!, ¡era Bárbara!
-Mierda, mi alumna

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No podía creerlo ¿bárbara aquí?, pero si ella, ella tiene demasiado dinero ¿qué haría acá?, ¿se ganaba la vida vendiéndose por las noches?, la observé, saqué el móvil discretamente como si marcara y le tome una foto ,no sabía si acercarme, ¿qué?, podría ocurrir?, ¿se iría, se molestaría, correría o me votarían?, pero estaba ahí, lo pensé por un momento ¿esta sería mi oportunidad de tenerla?, ella me provocaba en el aula. Lo pensé hasta que tomé valor.

– hola – ella voltea, me queda mirando, parece reconocerme – Tú… yo te conozco – ella ríe y se avergüenza –
– Bárbara ¿así que ofreces servicio a estas horas, tú quien vive en un barrio acomodado?

Se queda callada, no dice nada.
– ¿Qué pasa, te comió la lengua el ratón? Mírame,
– Cállate no digas mi nombre
-¿Por qué?, acaso no quieres atenderme ¿o este es tu secretito?

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– No, yo no hago nada aquí, ya me voy.
-¿Me abandonarás? , Espera, sería una lástima que una foto salga de aquí.
– ¿Me estás chantajeando?
– No, yo solo quiero saber ¿qué haces acá?, porque si tú trabajas acá quiero que me atiendas, ya que te dedicas a esto, atiéndeme ¿un cliente es un cliente no? – ella me mira con odio – Tranquila, no diré nada, solo atiéndeme como cualquiera, todos los días he notado como tú y tus amigas en clase me llaman la atención, ¿acaso no te agrado? no tengo ánimos de arruinarte ni hacerte nada, pero jamás imaginé esto de ti, al lado de todas estas señoritas.
– No es lo que parece,
– ¿no es?, ¿problemas en casa?
– nada que te incumba
– vamos cuéntame.
– por favor vete – responde temerosa
– cuéntame y tal vez me vaya
– eres realmente cruel, mis padres no me dejan hacer nada y necesito dinero para comprar mis cosas e irme de casa.
– ¿Una chica acomodada necesita dinero?
– Mis padres no me dan nada y me metieron a ese colegio en castigo por haber desaprobado el año en mi antiguo colegio, ahora vete
– no quiero, quiero que me atiendas ¿además te gusto no?
– Solo eres uno de los profes más atractivos, pero no, además dijiste que si te contaba te irías
– cambié de opinión además si necesitas dinero te pagaré bien
Ella me queda mirando, lo piensa, pero no está segura,
– No, no, tú puedes contar, solo dejame ir
– Vamos anímate, pago y prometo volver si te animas
– No debía provocarte, ahora no me dejarás en paz, ¿tanto te provoco?
– Si me pone demasiado
– Pero es que no tú puedes decir algo y me arruinarías
– No diré nada , lo prometo
– Ay no sé, quiero llorar
– Meto la mano a mi bolsillo, saco mi billetera, – Mira, estos billetes pueden ser tuyos, te pagaré bien.
– Ay…

Después de un momento de tensión.

– Ya dejemos de palabreos y vamos dentro – dice ella –
– Espera, no quiero hacerlo aquí, huele a mierda y no es buen lugar, ¿qué te parece si vamos a tu casa?
– ¿A mi casa? Estás loco, ahí están mis padres.
– Hoy no, mañana, puedo pagarte el triple si eso deseas, pero debes prometerme darme el mejor sexo.
– Yo no tengo sexo, solo practico masturbación.
– ¿Ah sí?
– Si, nunca me metería con tantos tipos.
– O sea, le sacas provecho a tu juventud de esa forma.
– Sí, todos quieren que una jovencita les haga una mamada, aunque bueno, yo no, paso, solo se las toco y muevo hasta que se vengan.
– Bueno, entonces no importa, mañana en tu casa por la tarde, saliendo del colegio ¿está bien?
– uhmm…¿Y me pagarás el triple?
– No, el doble, quería sexo, pero tú solo la jalas, me conformo con eso.
– Ok, está bien.
– Sé a qué hora sales del colegio, así que iré a tu casa.
– Espera, solo puedo de 3 a 4, a esa hora no están mis padres, pero solo puedo un rato, porque mi hermana llega de estudiar
– Está bien, nos vemos
– Ya vete no digas nada porfa, si dices algo no hay nada
-Tranquila un tesoro así no se comparte
– me despido –

Me retiré del lugar, estaba emocionado y sorprendido, todo era tan rápido que nunca imaginé que aquella quien me volvía loco en la escuela estaría trabajando así, pero tenía que hacer algo, estando en su casa tenía que convencerla de tenerla entre mis piernas.

Eran las 3 de la tarde del día siguiente, me dirigí a su casa con prisa, toqué la puerta, ella salió y me dejó entrar.

– Excelente, no te has quitado el uniforme.
– No, recién llego, no perdamos tiempo, págame y empiezo.
– Espera, espera niña, quiero hablar contigo.
– ¿Qué?
– Quiero tener sexo contigo.
– No, estás loco no hago esas cosas.
– ¿En serio?
– Sí.
– Necesitas dinero, puedo ser tu cliente frecuente.
– No, no quiero.
– Qué te parece, si te pago hoy 5 veces más.

Ella se queda pensando.

– No
– ¿Segura? Son 5 veces más y apuesto que ya has cogido con algunos de tus compañeros.
– Sí, pero…
– Vamos son 5 veces más y seré frecuente, yo solo.
– Ya dime que sí, ¿ya?

Me acerqué lentamente respirando cerca de su boca.

– Mírame niña son 5 veces más, no hay salida para que no aceptes.
– No lo sé.
– ¿Acaso no te gusto ni siquiera un poquito?
– Feo no eres, pero, pero… tampoco.
– Entonces, mírame, ¿no te provoca un encontrón conmigo? ¿Billetera, dinero y emociones de tenerme?
– Sexo y dinero… tendría que pensarlo.

La cogí de una mano y la arrinconé, le susurré esta vez al oído.

– Cinco veces más, nadie más te ofrecerá algo así – después de eso ella no opuso resistencia y la agarré de las caderas –
– ¡Hey, espera!
– ¿Esperar, qué?
– Es que…
– Mira hoy cogemos, sí o sí.

Ella se voltea sin que yo le diga algo, dejándome verla con todo su uniforme de escuela, estaba tan deliciosa, pero sabía que ese movimiento era mi entrada de aceptación para poder tocarla, la agarro, la apoyo sobre el mueble, levanté su uniforme a cuadros y pude observar esa linda tanga color plomo que le apretaba su culito, estaba tan deseoso de tocarla, así que la comencé acariciar, a palpar, a pellizcar, a amasar mientras ella cerraba los ojos y sonriendo despacio e inclinándose, comencé a pasar mi mano por su entrepierna, sobando mis dedos por encima de su vagina, qué rico y delicioso se sentía, estaba tibia, calientita, me bajé el pantalón y saqué mi pene muy erecto, lo sacudí unos momentos mientras la observaba, bajé a besarle las nalgas y morderle de forma sutil, ¡qué delicia de piel trigueña, se manejaba! Sus glúteos eran firmes y su tanguita la hacía deseosa, agarré mi mano y la moví a un lado sin quitársela, pude ver la humedad en sus labios vaginales, pasé mi lengua suavemente para lubricar un poco mientras saboreaba su miel, sin bellos, lampiña, me acomode bien, cogí mi pene, lo ubiqué en la entrada de su orificio vaginal y se la metí.
¡Ay! Ella emitió su primer gemido ardiente, estaba tan apretada, tan nuevita, comienzo a moverme con un ritmo acelerado podía sentir su piel, su dulce flor apretaba muchísimo y se sentía muy excitante, que estaba poniéndome a mil, la cogí de las caderas fuertemente y la comencé a penetrar con furia, unas de mis manos sostenían su braga ploma para que me dejara penetrarla, ella comenzó a gritar más.

– ¡Ay, sí!
– ¿Te gusta?
– Sí.
– ¿No que no querías?
– Sí, pero me gustó que me arrinconaras, igual me pagarás.
– ¿Quieres que te pegue?
– Sí, pégame
– Ok entonces te pego. ¡Toma! – suena mi mano en su nalga –
– ¡Oh sí!… ay pégame más y más. Ay sí, sigue, sigue.

Me pone aún más cachondo escuchándola, sus glúteos golpeaban mis muslos y el sonido se hacía más fuerte, me encantaba coger así, en cuatro sobre el mueble que rico era, podía gritar libremente puesto nadie estaba en su casa, la agarré de las muñecas y la jalé hacia atrás mientras hacía penetradas de duración larga y con sonido fuerte, eso le encantaba mientras su cuello se retorcía y sus labios no paraban de emitir gemidos, su rostro estaba comenzando a sudar y su mirada me pedía más de mí, le desabotoné la blusa blanca dejando sus senos al aire cubiertos con su brassiere negro, se los cojo y me apoyo de ellos para seguir frotando mi pene muy erecto dentro de ella, sigue vamos si,
ella se retuerce hacia atrás, pronunciando su colita para mí, le desabrocho el brasier y cojo sus pezones.

– ¿Te gusta que los presione?
– ¡Sí! Me encanta… vamos cógeme, sígueme cogiendo.

Le presiono los pezones y me sostengo de ellos para seguir cogiéndola, la inclino más y la agarro del cuello con más fuerza mientras ella gime en descontrol.

– Vamos cógeme, viólame, hazme tuya.
– Sí, así, ¿de quién es la colegiala?
– Yo soy tu colegiala.
– ¿Quién quiere que la coja?
– Yo, yo, cógeme sin piedad, hazme sentir mujer.
– ¡Toma! ¿te gusta?
– Sí, cógeme así, cógeme más.

Es una batalla de éxtasis, la presiono más, siento que le gusta, ella me lo dice con la mirada, quiere más sexo salvaje, la agarro del cabello y se lo jalo hacia atrás, mierda, su culito rebota con mi pene, suena tan fuerte que gime de solo el contacto, se introduce lentamente y sale rápidamente, mi pene lo disfruta, su vagina sigue chorreando sus fluidos, qué rico sexo nos estamos dando, quiero venirme, no quiero alargarlo más, su culito y todo me han dejado muy cachondo, así que aumento mi ritmo fuertemente al punto de tambalearse parada, si vamos así mi niña, así mi zorra.

– Dime, dime cochinadas…
– Soy tu niña papi, cógeme, sígueme cogiendo – repite – vamos, eso, nomás tú puedes cogerme… así, quiero más, quiero tu leche, quiero que me llenes de leche, quiero sentir tu semen dentro de mí ¡ay sí!, así, así ¡vamos viólame!

Sus gemidos y palabras sucias eran tan placenteras que no pude más y en una embestida mientras le presionaba la cadera comienzo a eyacular dentro de ella emitiendo un gemido de satisfacción que le comenzó a gustar, me miró de reojo.

– Así qué rico, no lo saques, siento como tu cosa esa sale, está calientita, déjalo…
– No la sacaré, qué rico… te gusta.
– Sí, me encanta, siento como late es tan bueno tenerlo así dentro.

Aguardo unos minutos dentro de ella, mientras mi miembro se vuelve holgado por la sensibilidad y lo retiro, separo sus piernas y observo como mi lechita comienza a salir de a poquito untando su vagina tan deliciosa que me había comido. Ella coge el papel higiénico y comienza a limpiarse.

– Ve al baño – le ordeno –
– Sí, eso haré.

Se dirige a orinar, mientras yo descanso en el sofá, ella sale y se acomoda la braguita ploma.

– Estuviste tan rica, tan apetitosa que podría comerte cada día, ¿sabes? Me encantas.
– Ha sido un rico polvo, uno de los buenos, pero ya sabes, si quieres seguir con esto tu billetera mandará conmigo.
– No te preocupes, tendré más para ti.
– Eso espero.
– Así es mi zorrita.
– Hey, ¿pero no lo harás con nadie más verdad?
– Eso depende…
– ¿Depende de qué?
– De qué tan seguido vengas para no estar con otra persona – ella dice –
– Pero…
– Pero nada. Esto que acabas de comer, no se mantiene solo, págame lo acordado y seré solo tuya. Total, tampoco me gustaría estar con otros hombres.
– Tan joven, tan ambiciosa y pervertida resultaste ser, me sorprendes.
– Así es, recuerda que no todo es como parece ser, no lo olvides.
– Sí, sobre todo rica… ¿Te volveré a ver esta semana?
– Como gustes, aquí te espero.

Cogí mis prendas y me vestí, no platiqué nada más con ella, estaba exhausto así que me retire de su casa para ir a descansar a la mía, había sido realmente un buen sexo, un polvo de esos que no te permiten levantarte de la cama, extrañaba tener un encontrón así y espero verla esta semana otra vez.

Continuará

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  10. Jenny enero 1, 2021

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