Nicole era una de las amigas de Alexa, cierto día por la noche mientras caminaba con ella de regreso a casa me comenzó a platicar y compartir una de sus experiencias más locas que alguna vez alguien me contó.
Es una chica de estatura pequeña aproximadamente 1.59 cm, tez trigueña clara, usaba lentes, cabello lacio hasta los hombros color castaño oscuro, no había semana que no peleara con su enamorado, siempre tenía un día dónde mostraba en su rostro una media sonrisa de incomodidad. Ella estaba cansada de vivir esta rutina tan tóxica que la atormentaba, afectaba el rendimiento de sus estudios, su paciencia, las relaciones con su familia, sus amigas salían a pasear, divertirse, mientras ella encerrada, porque si salía, Eduardo su enamorado se molestaría. A veces quería tener la confianza que los enamorados de sus amigas tenían sobre ellas.
Algunas la animaban a terminar con él, pero ella no quería, le dolía tener una vida así, pero algo de ella lo ataba hacia él.
Ella se preocupaba mucho por su imagen, a pesar que no salía mucho le gustaba verse bien, escuchó de un gimnasio que había inaugurado hace algunos meses cerca de su casa y leyó que el ejercicio era un buen desestresante, así que aprovechó inscribirse para poder desarrollar aún más su figura, realzar sus atributos, no era plana, tampoco voluptuosa, tenía senos medianos y un trasero respetable, firme, era un poco quebrada así que eso era un punto a favor para ella, asimismo era una actividad que la despejaría de los problemas.
Comenzó a asistir todas las tardes, le había comentado algo a su enamorado, pero él no le hacía lío por ello, suficiente eran ya los problemas que tenían, que no le tomó mucha importancia, asistía hora y media, variaba siempre su ropa deportiva, desde un leggin pegado y un top, ambos negros, hasta pasar por uno de color plomo y verde fosforescente.
Leía en internet para llevar una rutina de ejercicios, pero sentía que no lo estaba haciendo bien, hasta que cierto día, ella solicitó un entrenador para que la oriente, y fue cuando le presentaron a Enrique, quien se encargaba de la mayoría de personas para aplicarles una rutina diaria de ejercicio.
Aquel día Nicole lo saludó y lo tomó con mucho profesionalismo, Enrique la evaluó y le asignó una rutina leve para comenzar, conforme pasaban los días esta iba aumentando, y cada vez su diálogo se tornaba más amical, desde un ¿cómo estás? ¿qué tal tu día? ¿cómo te está yendo? hasta un ¿me das tu número?, se estaba desarrollando una amistad entre risas, y buen trato, ella se sentía a gusta, Enrique la trataba muy bien, a veces algunas palabritas de cariño como pequeña, bonita, un silbido para sonrojarla, cumplidos para animar y alegrar su día, ella lo veía como su terapia para olvidar todos los problemas que tenía, la amistad de ambos comenzó a mejorar, su hora y media diaria se había convertido en algo importante para ella, siempre y cuando sea con Enrique su entrenador, él era más alto que ella, a su lado era una enana.
Enrique tenía un cuerpo marcado, a base de ejercicios, se notaba imponente y maduro, a veces se quedaba apreciando con una mirada sin desviar cuando Nicole se ponía hacer su entrenamiento de piernas, ella echada las levantaba y el leggin pegado marcaba su ropa interior, era clásico ver cosas así en un gimnasio, pero esa mirada solo se desviaban para ella, desde la máquina para ejercitar brazos, hasta para levantar las pesas, ponía al descubierto su escote sudoroso que con suavidad limpiaba de sus pechos con su toalla.
Ella no lo podía ver sudar mucho puesto que su labor era supervisar lo que ella hacía, pero cuando él le mostraba los ejemplos los aprovechaba para deleitarse con su cuerpo, era un chico guapo y ella no lo veía mal apreciar algo bueno por lo menos una vez. Comenzaron a platicar casi diario por celular, entre algunas cosas sobre entrenamientos y ejercicios hasta risas y bromas, ella lo pasaba muy bien, se sentía cómoda y alegre con el trato lindo que recibía de él.
Una noche que ya era tarde en el barrio, Enrique la acompañó hasta una esquina cerca a su casa, durante el camino confraternizaron más de lo habitual, le contó algunos problemas que tenía con su enamorado entre otras cosas para variar.
– Gracias por acompañarme, me daba miedo – Nicole le dice –
– De nada está camino a mi departamento –
– Ah, tienes un depa… – le indica con voz pensativa
– Sí, vivo solo, es mi guarida de entrenamiento.
– ¡Qué chévere!, debe ser bueno ser independiente, mis padres no me dejan aún irme de casa.
– Aún eres una peque, todo a su tiempo… algún día lo podrás hacer.
– Sí, tienes razón… bueno ya me tengo que ir.
– Está bien, cuídate y entrena en casa.
– Te veo mañana.
– Chau…
Aún tenía novio, así que solo su imaginación era pecadora, lamentablemente el tiempo que Enrique le dedicaba en el gimnasio era pequeño, tenía que también orientar a otras chicas, hasta que tuvo la idea de contratarlo como su personal training. Un día por la mañana el gimnasio …
– Enrique, quiero que me entrenes.
– Pero ya te entrené.
– No tonto, así no, sé mi personal trainning.
– ¿En serio? Pero te cobraría… nada es gratis.
– Ay obvio, no importa, quiero tener un buen entrenamiento supervisado para poder tener mejores resultados.
– Uhm… no se puede crecer por si acaso.
– Calla, baboso… – se toca la pierna – necesito supervisión, aún no siento que haya alcanzado mis objetivos, siento que todo va muy lento.
– Todo es poco a poco.
– Ya pues…
– Uhm… ¿ya tienes una dieta?
– No, aún no me han evaluado para una, pero el día de mañana puedo venir y me la hacen.
– No, mañana no atiende el gimnasio, es feriado recuerda.
– Pucha, cierto…
– Pero si gustas vienes a mi depa, te evalúo y puedo organizarte una dieta, yo también hago las dietas.
– Oh, a ya, pues, a tu depa.
– Sí, claro, si no esperamos hasta el lunes.
Ella se queda pensando.
– Ya está bien mañana voy… ¿puedo entrenar ahí? ¿tienes maquinas?
– Tengo un mini gym y algunos juegos de pesas, así que si deseas si puedes entrenar.
– Ya está bien iré para allá.
– Listo peque nos vemos mañana, te envío mi ubicación por whatsapp
– Si está bien, yo mañana te aviso y estoy ahí
-Ya peque
Ese día Nicole tuvo una discusión con su novio, habían salido a pasear por la noche y él revisó su celular, descubrió unas conversaciones con Enrique, pero nada fuera de lo común, ella le explicó que era su entrenador de gym, pero Eduardo no lo toleró, se disgustó demasiado, Nicole le repetía que no tenía nada de malo que tenga amigos o que tenga a su entrenador en el WhatsApp, él no la entendió, le alzó la voz y tuvieron la cena más amarga y desagradable de la noche que ni siquiera terminaron la hamburguesa que ambos se pidieron.
Nicole llegó a casa, no estaba de ánimos y se echó a descansar, el ejercicio y el estrés que se desató por la salida con su enamorado la tenía exhausta.
Al día siguiente se bañó cogió un calzón morado estilo cachetero con bordes de encaje, se puso esta vez un short deportivo blanco y su top, sus zapatillas deportivas blancas y una pequeña chaqueta. Alistó su botella de agua, su toalla y un polo para cambiarse para el sudor. Recordó que tenía que irse al departamento de su entrenador, le escribió el WhatsApp y se encaminó.
Era un edificio de unos 11 pisos, ella toca el intercomunicador
– Hola Enrique, soy Nicole, ya llegué.
– Hola peque, te abro – responde –
Ella subió las escaleras hasta el departamento 401, tocó, Enrique abrió la puerta, y ella se quedó mirándolo por unos segundos, él vestía un pantalón de buzo pegado, que marcaba con sutileza su entrepierna, dejando casi a la imaginación el tamaño de su pene, ella sintió vergüenza cuando bajó la mirada, pero automáticamente volteó su cabeza e ingresó.
– Qué curioso tu pantalón, ¿estabas entrenando?
– Sí, algo.
– Puedes tomar asiento.
– No así está bien.
– ¿veamos, ya calentaste?
– Si troté de camino hasta aquí.
– Siempre te adelantas.
– Me gusta aprovechar el tiempo – lo dice con sutileza –
– Aquí está el mini gym y aquí las pesas.
Las cosas se encontraban junto a los muebles, era un espacio amplio, así que Nicole no tendría problema en realizar su entrenamiento.
– Ya dime, que hago.
– Como ayer hiciste brazos, hoy te toca piernas, 3 series de 10, con 6 kilos en la máquina.
– Está bien.
Enrique comenzó a guiarla con su entrenamiento, comenzaron a platicar sobre ellos, pero todo cambiaba cuando Nicole tenía que hacer las flexiones y estiramientos de pierna, las marcas de su short desviaban la mirada de Enrique hacia su entrepierna, cuando ella se puso de espalda y comenzó a agacharse para sus flexiones, marcaba con gran dureza su trasero, que se estaba volviendo deseable por él, ella sabía que él la observaba y de manera pícara ella seguía el juego, se hacía notar, sabía que su entrenamiento lo hacía babear a él, porque tenía los resultados esperados y se estaba poniendo más en forma.
– ¡Qué buenos movimientos! – dice él –
– Calla, tonto – reían –
– Ahora te toca hacer sentadillas y con eso acabamos.
– Si, ya me estaba cansando.
Nicole se agachó separó las piernas, se puso de espalda, puesto que, frente a él, su entrepierna quedaba marcada, sus labios vaginales se marcaban con el short apretado y eso si le avergonzaba, pero al agacharse y empezar, ese movimiento sensual de subida y bajada del trasero de Nicole alteraron los sentidos de Enrique, y su miembro comenzó a despertar en su buzo deportivo, podía ver como el sudor marcaba las líneas entre su calzón y su short de Nicole, cómo la piel se frotaba sobre su entrepierna y su imaginación tomaba posesión de deseo.
Terminando su rutina ella volteó, lo miró y se percató del bulto despierto que ya se notaba, no quiso mirar más ,se avergonzó y se puso un poco roja.
– No diré nada – ella dice –
– ¿Nada de qué?
– Olvídalo… oye tonto ¿y mi dieta?
– A cierto ahora la hacemos, ven, hay que sentarnos mientras la elaboro.
– Esto vas a seguir.
– ¡Mira… esta peli es buenaza!
– Sí, pero…
– Ya, ya luego lo leo, tienes que ver esta peli es buenaza.
Sin pensarlo comenzaron a ver una película, ambos sentados uno al lado del otro. Semiconcentrados porque a veces Enrique la molestaba, ella usaba sus dedos para pellizcarle, comenzaron así con el juego de manos, él se quedó mirándola fijamente y ella acentuar la mirada en el televisor.
– Nicole – dice Enrique-
– Sí, dime.
Enrique sin pensarlo se acercó inesperadamente y le robó un beso, Nicole se sorprendió, se detuvo, lo miró muy de cerca a los ojos, bajó la mirada a sus labios y Enrique nuevamente se acercó, ella se dejó llevar, ambos comenzaron a besarse, sin pensar en qué o cómo, simplemente sus labios comenzaron lentamente a probarse, sintiendo su ser, congeniar, sus manos comenzaron a jugar con sus rostros con suaves caricias, hasta que se separaron
– ¡Tú tienes la culpa! – ella dijo –
– ¿La culpa de qué?
– Tú me besaste.
– Y tú te dejaste.
– Ay cállate… tú tienes la culpa.
– Uy sí, claro.
Ambos comenzaron culparse, mientras sus miradas aún tenían deseos de más, se entrelazaron nuevamente, esta vez los besos de Enrique fueron más allá, llegó a su cuello mientras Nicole comenzó a suspirar y se retorció con un gemido, comenzó a acariciarla, sus brazos, la cintura, la espalda, mientras su lengua recorre con éxtasis su oreja, la línea delgada de su cuello; ella se intimidaba con un suspiro erótico.
La levantó, la cargó, y se la llevó a su cuarto, se comenzaron acariciar, a sentirse, sus tocamientos y besos se hacían más intensos, Nicole recorría el pecho de Enrique, sus uñas clavadas suavemente sobre su espalda, mientras él comenzó a recorrer su cintura hasta llegar a su trasero, la comenzaba a acariciar, a realizar presiones, a marcar sus manos agarrando sus nalgas y apretándolas, palpando con sonidos excitantes, marcando con suavidad la línea que divide a ambas, retiró su mano hacia la parte delantera, mientras sus labios continuaban robándole el aliento, ambos echados de costado, acarició sus senos, la ropa húmeda hacia excitante el momento, sus pezones se hacían notar, él comenzó a apretarlos, estaban duritos y Nicole lo disfrutaba, hasta que bajó, tocó su ombligo, ella se erizó, se estremeció, estaba en otro mundo, Enrique seguía deslizando su mano hasta que sintió la humedad de su entrepierna, hizo una presión en el lugar de su vagina lo cual enloquecido a Nicole, ella abrió la boca y emitió nuevamente un suspiro, podía notar lo mojada que estaba, comenzó a acariciarla con más intensidad, a sobar, poco a poco a masturbarla sobre su short, suspiraba, se robaban el aliento, ella acarició su pantalón, sintió su pene erecto y comenzó a tocarlo con algo de miedo, él se aceleró más, comenzó a subir su mano para ingresar dentro de su short y sentir la piel húmeda de Nicole, ya no podían más, ambos se estaban descontrolando hasta que…
– Espera, espera… no puedo
– ¿Qué? ¿por qué no?
– Es que está mal, no puedo, lo siento.
– Pero…
– Perdóname por favor vamos a la sala no puedo.
Nicole tuvo su momento de conciencia, había recordado a su enamorado, así que se detuvo, se levantaron, se acomodaron la ropa y se fueron al sofá.
– ¿Por qué te detuviste? Pensé que te gustaba.
– Tengo enamorado… lo siento – se lo dice con voz nerviosa y triste –
– Pero tú misma dices que no eres feliz.
– Sí pero aún estoy con él y no, esto está mal.
– ¿Acaso no te gusta lo que hacemos? Esto también te estaba gustando ¿hace cuánto tiempo que no tienes algo íntimo con tu novio? – ella no responde – O acaso no te gusto.
– No es eso, es que…
– No eres feliz, ¿por qué no te sueltas?
– Ay es que, no sé, no sé…
– ¿Lo quieres?
– Es eso, no sé si lo quiero… no me siento feliz con él ya.
– ¿Ya ves?
– Tú me tratas bien, con él todo es pelea, todas las semanas… estoy cansada.
– Si no eres feliz, tienes derecho a serlo.
– Si pero no sé…
Un silencio invade la sala.
Nicole se recuesta sobre él, lo mira y comienzan a besarse nuevamente, esta vez es ella quien roba sus labios, las manos ya no fueron arriba, Nicole coge el pene de Enrique sobre su buzo y comienza acariciarlo, Enrique baja su mano y comienza a sobarle la entrepierna, su vagina se torna caliente, sobre su short hacía más presión y eso le excitaba a Nicole, gimió con un grito al aire y se robó su lengua, se contornea y se trepó sobre él, la cargó y nuevamente fueron a su habitación, Enrique la echó sobre la cama, la besó, se entrelazaron, bajó ambas manos sobre su short y lo retiró de un tirón dejando al descubierto las bragas húmedas de Nicole,
comenzó acariciarle sobre el muslo, deslizándose sobre sus piernas y su pelvis, ella se calentó aún más, cerró los ojos y se dejó llevar del placer, él se quitó el buzo, quedándose en bóxer, ella lo miró, notó el gran bulto que guardaba recelo, se echó sobre ella y comienzan a sobarse bóxer sobre calzón, estimulándose, teniendo un roce excitante para ambos, trató de abrir sus piernas pero estas no se dejaban, parecía que Nicole estaba tímida, ella cerró los ojos mientras él trataba de estimularla más para que sus piernas sedan.
– Nicole tienes que decirle – se repetía en su mente – esto es diferente me gusta tanto, que ya no puedo más quiero hacerlo, realmente quiero hacerlo con él, me trata muy lindo, el idiota de Eduardo nunca cambiará, quiero hacerlo, mi cuerpo lo pide, nunca me había sentido así, pero tengo que decírselo, tengo que decirle que soy virgen.
Ella abrió los ojos, lo miró y ambos entraron en silencio.
Continuará…
Me encanto , quiero la segunda parte no nos dejes con la intriga 😍
Quiero la segunda parte porfis
La segunda parte
Muy interesante capta la atención para seguir leyendo
quiero la segunda parte
Quiero la parte dos
Quiero maaas. Buenisimoo
Esta buenísima, quiero seguir leyendo 🙊
Me encantó, espero la actualizacion con ansias. c:
La segunda parte… sta interesante